América Latina mira el futuro con un optimismo generalizado

América Latina mira el futuro con un optimismo generalizado

Latinoamérica ve el futuro económico de la región con un optimismo que se ha expandido por todos lados. Las cifras macroeconómicas reafirman las presunciones de crecimiento y la parte económica y financiera de la situación se ve acompañada por una generalizada sensación de seguridad por parte de la población y los estratos políticos.

Tanto la clase dirigente como los empresarios y analistas de la región y del resto del mundo creen que la hora de Latinoamérica ha llegado, en tanto las cosas se hagan con prudencia y en su justa medida y velocidad.

Son muchas las naciones latinoamericanas que entre este año y el próximo llegarán al Bicentenario de su independencia, y este hecho viene acompañado por numerosos retos tanto políticos como socio-económicos, pero también con una reconfortante oleada de autoconfianza.

Brasil es por supuesto el país de moda y la máxima potencia regional y única a nivel global. Pero al mismo tiempo Perú está creciendo a tasas que más se parecen a las chinas que a las de un país subdesarrollado, Colombia está a punto de experimentar un verdadero boom económico y Chile y la Argentina se acercan cada vez más también a poseer economías propias del “primer mundo”.

Enrique V. Iglesias, el Secretario General de la Segib (Secretaría General Iberoamericana) afirma frecuentemente que en la actualidad hay una gran y muy importante diferencia entre los países europeos y los latinoamericanos.

Mientras que en Europa se ve el futuro con un claro sentimiento de desánimo, en las naciones de Latinoamérica existe desde hace ya varios años una fuerte sensación de confianza en el porvenir, que ni siquiera la crisis económica global pudo echar por tierra.

El economista uruguayo, que además es sociólogo y psicólogo, tiene la convicción de que si hay algo que ayuda a las sociedades modernas a salir de un grave problema es el estado de ánimo generalizado de esas sociedades, y éste se modifica favorablemente con la generación de una confianza mutua entre dirigentes y dirigidos de cara al futuro por enfrentar.

“Si la gente cree en el futuro, empuja hacia adelante y pone el hombro. De lo contrario es muy difícil poder seguir avanzando y lograr resultados positivos”, afirma Iglesias.

Y finalmente parece que ha llegado el tiempo en el que los latinoamericanos comiencen a creer en sí mismos y se convenzan que pueden transformarse en verdaderas potencias, ya que herramientas para lograrlo no les faltan.

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