La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó el lunes pasado un informe sobre la situación del mercado laboral a nivel global por el cual las perspectivas no son nada alentadoras, por no decir que el panorama a corto y mediano plazo es más bien sombrío.
El texto que dio a conocer la OIT y que coincide con la reunión del G-20 que se llevó a cabo en Francia, afirma que las previsiones para el final de la crisis que afecta a buena parte del planeta desde hace ya casi tres años se van alejando cada vez más en el tiempo.
La calidad de vida entre los países más desarrollados está decreciendo sin pausa, y ni qué decir de aquellos países considerados “subdesarrollados” y directamente “pobres”. Mientras las condiciones empeoran, los Bancos ganan cada vez más dinero y las principales empresas mundiales no destinan sus beneficios a inversión y creación de nuevas fuentes de trabajo.
El informe de la OIT llama urgentemente a los países a que fortalezcan los programas de empleo, porque generalmente los esfuerzos para bajar la deuda pública y el déficit se enfocaron desproporcionadamente en el mercado laboral y en el campo de las medidas sociales.
Y como ejemplo cita textualmente estas cifras: un aumento del gasto en políticas activas del mercado laboral de sólo 0,5% del PIB podría incrementar el empleo en entre 0,4 y 0,8%, dependiendo del país, España incluida.
En el caso concreto de los españoles la OIT recuerda que, junto con Irlanda, fue el país que más sufrió el impacto de la crisis económica global en el mercado laboral, debido casi en exclusividad a un modelo de crecimiento económico basado sobre todo en el mercado inmobiliario. Y al derrumbarse éste también se derrumbó el empleo. Así es que en la actualidad España necesita crear 2,3 millones de puestos de trabajo para sólo volver a los niveles anteriores a la crisis. De toda la región, sólo los irlandeses necesitan en comparación hacer un esfuerzo mayor al de los españoles.
Y las principales víctimas de esta situación, se preocupa en recordar la OIT, fueron los jóvenes y los trabajadores temporales, quienes se vieron afectados de manera desproporcionada con respecto al resto de la población.
Para España la OIT aconseja una política de empleo de “shock” que mejore a corto plazo la actualidad preocupante de los más jóvenes y después un ajuste de las políticas en materia de educación, competencias profesionales a adaptación al nuevo modelo de crecimiento post crisis.