En una reunión que tuvo lugar en Bruselas, Bélgica, en marzo de este año, los ministros de economía de la Eurozona analizaron la marcha de la crisis económica global y llegaron a la conclusión de que todos los indicadores económicos apuntan a un agravamiento de la recesión en la región, y que eventualmente se pueden esperar síntomas de mejoría duradera para la segunda mitad del año próximo.
A pesar de que las perspectivas a corto plazo no son buenas, hubo consenso unánime entre los ministros de no tomar nuevas medidas de estímulo económico, como lo está haciendo Estados Unidos, para no agravar el gran déficit presupuestario que ya existe en casi todos los países dependientes del euro.
El presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, informó a las periodistas en rueda de prensa después de la reunión que, analizando la situación por enésima vez, se había concluido en que la recesión actual es muy superior a la que se vivió a principios de la década del 90, admitiendo además que desde febrero, cuando se habían hecho las últimas estimaciones, la situación había empeorado «bastante».
Joaquín Almunia, el Comisario de Asuntos Económicos, afirmó que «teniendo en cuenta los riesgos a la baja que han aparecido y están comenzando a materializarse, tiendo a pensar que el escenario de recuperación gradual se traslada al 2.010».
Los ministros de economía de la Eurozona dijeron estar de acuerdo, aunque Estados Unidos insista en ello, en no poner en marcha bajo ningún concepto o presión nuevos planes de estímulo económico, ya que bastante se perdió hasta el presente como para seguir dando dinero sin ninguna garantía de éxito.
«Europa y la Eurozona ya hicieron lo que debían», afirmó Juncker, al tiempo que recordó que los paquetes destinados al estímulo fiscal y las erogaciones de los tesoros de los distintos países para subsidiar el desempleo creciente, representan ya entre el 3,3% y el 4% del PIB de la Unión Europea.
A la vista de los resultados obtenidos hasta el momento para tratar de frenar el aumento del número de parados, comenzar a salir aunque sea levemente de la recesión y empezar de a poco a trepar la empinada cuesta de la recuperación económica y social, la Eurozona parece haber tomado la definitiva determinación de no hacer caso a todo lo que piden los Estados Unidos, puesto que parece que no viene por allí la solución a todos los problemas que esta gigantesca crisis global están provocando.