Era mucha la expectativa por la reunión que se desarrolló hace unos pocos días en el Hotel Ritz de Madrid, donde acudieron los principales directivos de casi todas las entidades que forman la Asociación Española de Banca (AEB).
Todos esperaban las palabras del presidente de la AEB Miguel Martín en un momento tremendamente delicado para el sistema financiero español en particular y europeo en general. Se está en plena tormenta del euro, la crisis financiera crece en lugar de mermar y las elecciones ya tocan a la puerta de España a tan sólo diez días de producirse.
Y el jueves pasado Martín tradujo en palabras lo que muchos piensan: la crisis recortó la soberanía política española y, quien quiera que sea que llegue al palacio de La Moncloa, su programa de acción no va a diferir mucho de sus “contendientes”. Para Martín, haya o no cambio de partido político en el Gobierno, el elegido va a tener no más de 100 días para presentar su programa de acción y explicar cómo hará para enfrentar los múltiples frentes de conflicto que se le presentan.
Añadió con énfasis que las medidas que se tomen deberán sí o sí ir contra los desequilibrios, la falta de competitividad y el sostenimiento a ultranza de las finanzas públicas.
Y agregó que “si no lo hace en este sentido, se lo van a hacer. Cualquiera que llegue, tomará este tipo de medidas, seguro».
Y reafirmó que España está en una posición muy favorable para combatir la crisis por el cambio de Gobierno que se avecina y por el consenso generalizado que hay acerca de las medidas que deben ser tomadas.
Además, en el transcurso de un desayuno de trabajo, reclamó que se tomen las medidas que hagan que España no caiga en la dependencia de las subvenciones de parte de otros países europeos para evitar lo que está pasando en estos momentos en varias regiones del sur de Italia.
Y agregó: «No podemos pensar que la solución viene solo de la ayuda externa. Se debe evitar caer en una situación como la de Italia, que tiene unión monetaria y fiscal pero no ha impedido que su sistema nacional se rompa en un Norte poderoso y un Sur que no levanta cabeza».